Este espectáculo funciona maravillosamente con el público, es una pasada. Me sorprende cada vez que lo vuelvo a hacer. Sobre todo cuando, como ahora, hace algún tiempo desde la última vez. El público se lo pasa en grande: ríen y se conmueven a un mismo tiempo. Por otro lado, a mi me concede una gran libertad para la improvisación. Aprendo mucho con cada función, siempre se trata de una nueva experiencia. Muchas veces la partitura marcada en el espectáculo pasa a un segundo plano para dar paso a otras cosas maravillosas que el mismo directo ofrece. Cuando el público percibe que estás compartiendo con él, el abismo de lanzarte al vacío sin red, descubres que también ellos están ahí contigo. Es algo fuerte: emocionante y reconciliador.
Este es el cartel que hizo el Teatro del Barrrio para las funciones que hemos realizado el pasado fin de semana en su espacio escénico.
Pongo aquí un par de notas que salieron estos días (pincha sobre los títulos si las quieres leer).