Paseando el otro día por las calles de Zaragoza recordé que hacía ya seis años desde la última vez que había estado por allí. Estábamos haciendo unas funciones de El Burlador en el Teatro Principal (una producción del Teatro de la Abadía en la que participaba como actriz). Era por aquel entonces que estaba en pleno proceso de escritura de los textos de Yo prota-agonizo. Recuerdo que estuve en un bar tomando un café mientras escribía una escena. Recuerdo la mesa: estaba hecha con una gruesa madera rubia a la cual debía de hacer siglos que no la pasaban una bayeta pues estaba muy, pero que muy pringosa. Paradójicamente el recuerdo de aquella sensación tan desagradable me resulta ahora muy agradable. Quién iba a sospechar en aquel momento que seis años más tarde aquella mesa viniera a ser revivida aquí, ahora, con vosotros, o que aquel escrito viniera a ser parte de un espectáculo con el que volvería seis años más tarde a Zaragoza.
Rombo zaragozano en la fachada de una iglesia
2 comentarios:
Ser mesa. Eso quisiera yo, ser esa mesa pringosa que hoy te emociona. Ser mesa, y sentirme usada para tan bello fin. Un beso
Querida mesa, gracias por ese pringoso beso. Aquí estoy de nuevo, apoyando mis teclas sobre tí para devolverte el saludo.
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