Ya estamos de vuelta de Donosti. Hoy, como diría mi madre, estoy hecha unos zorros: reina el cansancio. Toca quedarse todo el día tirada en el sofá: descansar y recuperarse. Ha sido una experiencia muy intensa la de estos días por allí. Bonita a la par que agotadora. Muchas horas de montaje, de escena, de comidas exquisitas y paseos deliciosos. Ayer, Jueves Santo, nos despediamos de esta preciosa ciudad presentando los dos monólogos seguidos cual si fueran dos pasos de Semana Santa: a las 21h protAgonizo; a las 22:30 Todas a la una (el martes se presentó 'protA'; el miércoles 'Todas'). Para el doblete había tan sólo diez minutos para cambiar de escenografía, de público, de vestuario... La cosa se presentaba materialmente imposible, así que, optamos por colocar desde el principio las dos escenografías en escena y hacerlas convivir. Así fue que comenzaron a caer las fronteras entre uno y otro espectáculo. El tiempo, el público y yo nos dejamos discurrir por aquel nuevo cauce. Al término de los espectáculos desmontamos todo, el escenario se quedó vacío. Algo por dentro se quedó igual de vacío.
viernes, 18 de abril de 2014
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