Ayer 52 de público. Fue una función muy bonita, tuve a mi madre sentada con sus amigas en primera fila y además despedíamos -como sabéis- a Andrés, quien ha sido el técnico hasta ahora de protAgonizo. Todo ello influyó, pero también quiero hablaros de algo que me sirvió muchísimo para el goce. ¡Entré!, esa fue la sensación: entré. Entré más en el espacio, sin que nada me estorbara: me dejé. Sentí como si el aire tuviera infinitas cortinas o capas transparentes que podía atravesar con mi cara y con todo mi cuerpo; cada capa que atravesaba me ofrecía, al paso, diferente luz, diferentes grados de color y tensión, lo que me permitía regular milimétricamente la expresión e intensidad de mis acciones. Sentí que entraba en aquella masa de aire escénico moldeando emociones, manejando el tempo ritmo de las frases, jugando a dotarlas de todas las coloraturas posibles que se me ocurrían en el momento, descubriendo en vivo y en directo, mil rincones inexplorados en el texto. Sentí el placer de hacer teatro, de representar, de mantener a todos los espectadores enganchados sin que ni uno solo de ellos se perdiera: un silencio atento y magistral creado por 52 era un lienzo donde pintar un cuadro.
lunes, 14 de junio de 2010
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7 comentarios:
Fue un espectáculo muy chulo. Y con unos toques cómicos doblemente graciosos por lo inesperados. Felicidades, Ester.
Entonces el patio estuvo entregado a la actuación.
Muchas veces merece la pena menos público, pero con más entusiasmo, que un aforo completo de un público desenganchado
Tienes razón, pero hay que peleárselo al público, Sin Credo. La actuación anterior a ésta, por los motivos que expresé, dejé que el desánimo me comiera y eso no puede ser, todo lo que afecta personalmente es un estorbo; las cosas que le ocurren a la persona no tienen cabida en el juego del teatro, que consiste justamente en lo contrario, en dejar de ser uno. El placer de ver al actor jugando en escena es el mayor disfrute que le podemos dar al público, más que incluso la historia que le estamos contando. Recuerdo una vez que llevé a mi sobrino a jugar al parque. Al llegar, unos cuantos niños estaban jugando y pasándoselo en grande. Mi sobrino optó por sentarse en el banco a mirar en lugar de pedir que le dejaran jugar. Estaba completamente ensimismado, divirtiéndose y riendo como si fuera uno más de ellos: lo estaba viviendo. Ahí comprendí muchas cosas a cerca del público y de lo que significa el concepto espectáculo.
Me alegra que lo pasaras bien Íñigo.
AdMirada ProtAgonista,
Tengo ganas de decirte tres cositas:
La primera que disfruté enormemente en tu espectáculo de ayer.
También quiero que sepas que me ganaste cuando vi por la calle los rombitos y el triángulo en tiza.
Y por último, ayer se me ocurrió una idea al salir y ver la tiza que habías tirado en el escenario. Estuve a punto de cogerla para también dibujar rombitos. ¿Y si repartieras tizas a la salida?
Un beso de tiza,
AdMirador.
PD.- En otro orden me parece que estás buenísima. Lo cortés no quita lo caliente.
Lo de regalar tizas ya lo había pensado no te creas, pero me parecía ya demasiado regalo: la chapa, el marcapáginas..., pero lo volveré a valorar, tiene su gracia..., si no para ésta para otra en lugar de chapa.
Ostras, a la posdata prefiero no hacerle caso, que de eso no se trata.
Y eso que no lleva puesta la ropa por que si no aún estaría mejor
Al descubierto quedan las miserias señores, y eso para unos ojos resultará más bello y para otros más monstruoso (las miserias carnales y las que no son de carne).
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