Esta semana he podido de nuevo dedicar mucho más tiempo a jugar haciendo acciones publicitarias por la calle y a repartir papelitos a los desconocidos con los que me cruzo en ella. La verdad es que me lo paso bomba y además tiene mucho efecto; mucha gente muestra interés y me dice que vendrá o que entrará en el blog. Además de esto ocurren encuentros increíbles, ayer -por ejemplo- terminé viendo un concierto de alguien al que yo le daba un papelito para que viniera a ver la función. El mundo normal se vuelve del revés y aflora otro mucho más vivo y lleno de sorpresa. Solo hay que salir a la calle; las cosas, y todo lo demás, uno se las va a encontrar si se deja.
Como no hace ya tiempo de terrazas simplemente me echo a andar por toda la ciudad y lo que me encuentre. Depende de la zona me reciben de forma muy diferente: unas veces de manera sorprendentemente encantadora (ayer un señor incluso me insistió en que me comiera dos riquísimos mantecados, no uno, ¡dos!) o super despectiva y arrogante llegando incluso al insulto. Hay de todo, pero sobre todo -y esto es la alegría- abundan las sonrisas y la gente que te dice sin tener porqué "¡mucha suerte!" al despedirse. Las salidas y entradas de cines y teatros son un buen punto de ataque con los papelitos porque hay mucho aficionado, un público que todavía no he tocado mucho. Besos a todos, e.
sábado, 30 de octubre de 2010
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