El fin
de semana tenemos dos actuaciones de protAgonizo
en Bilbao. Se trata de las dos funciones que nos quedaron pendientes de hacer allá
por diciembre, que, si recordáis, después de ir hasta allá, me pesqué un
resfriado tal con el frío que caía por allí que sólo pude hacer una función de
las tres que estaban previstas. Quedamos con la sala, Pabellón 6, en hacerlas cuando viniera mejor tiempo y aquí estamos,
a comienzos del verano, preparándonos para ello. En aquel entonces acabábamos de
terminar las funciones en La Princesa
(sala pequeña del CDN), con mucho éxito
pues tuvimos que prorrogar y todo. Pensábamos que nos iban a salir bastantes
funciones a raíz de ello pero no ha sido así, muy poquitas han sido las que hemos
realizado desde entonces; la siguiente -y única- que tenemos prevista es para
noviembre/12. Las cosas están bastante pachuchas con todo esto de la 'crisis'. Por
otro lado, en los últimos meses he estado bastante dedicada a memorizar y
ensayar el texto de la nueva obra que estoy preparando: Todas a la una. Estas dos cuestiones me han hecho tomar últimamente
bastante distancia con este blog y con protAgonizo en sí: con su texto, el espectáculo y su proceso. Es como la vida misma, como
cuando uno, por un cambio de trabajo o por lo que sea, deja de tener contacto con alguien
muy cercano con el que mantiene una estrecha relación de manera
cotidiana.
Al
repasar hoy el texto me sorprendía con partes olvidadas; otras, sin embargo, parecían
grabadas a fuego, memorizadas maquinalmente; unas historias se me presentaban como
si fueran nuevas completamente; otras sentía que ya no tenían nada que ver con el momento
que estoy viviendo ahora. Mientras me enfrentaba a estas sensaciones
tan extrañas me asaltó una especie de melancolía. De pronto, junto con la acción
de repasar el texto, me vi repasando -o vi como algo empezó a repasar ante mí-
tantas vivencias que he tenido y que hemos tenido muchos en torno a protAgonizo, tanta gente que ha pasado por
aquí desde que todo esto, siento que, tan lejanamente, comenzó. Esta sensación me inunda
y asalta últimamente a cada paso con muchas otras cosas de la vida. Es una
tristecita que se siente ante la impotencia de ver cómo el tiempo arrasa llevándoselo
todo por delante. Es verdad que esto es algo que se sentía desde siempre, pero
ahora ataca brutalmente haciendo su repaso.
Melancolía de Edvard Munch
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