Estoy aprendiendo mucho. Esta función permite todo; cualquier cosa que sucede con el vivo y el directo es oro. Compartir con el público los accidentes, o cualquier cosa inesperada que se presenta, supone hacerle cómplice y en definitiva protagonista del acontecimiento teatral que se está produciendo. No hay barrera entonces entre el público y el actor. Algo mágico nos envuelve a todos: el Teatro está jugando con el tiempo. ¡Qué alegría! ¡Viva el Teatro!
Por cierto, me han dicho que hoy sale una reseña del espectáculo en El País. Mañana la colgaré. Besos, e.
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