Ayer empecé a hacer las primeras pintadas anunciando el reestreno de protAgonizo. Ya de vuelta para casa, me encuentro con un suculento cartón y me digo: ¡éste será una buena vaya publicitaria! Mi sorpresa fue que al empezar a pintar con la tiza sobre él, oí una voz con acento marroquí que salía desde dentro diciendo: "¡estoy aquí, es mi casa!". Paré inmediatamente comprendiendo la situación y pedí perdón explicando torpemente lo que estaba haciendo. La voz me dijo: "es mi casa, sigue pintando". Casualmente llevaba un envase con donuts en el bolso; me había entrado hambre, no había comido nada en todo el día y se me ocurrió calmarla con un donut; de todo lo que albergaba la tienda de chinos era lo que menos mala cara tenía, pero sólo me vendían los cuatro de golpe en un mismo envase: me preocupó lo de engordar. ¿Quieres unos donuts?, una mano flaquísima asomó por entre las rendijas de la casa-vaya-cartón: "¡gracias, que tengas mucha suerte!", me dijo.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
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