-¿Oye, señora, qué es eso?
-Es un espectáculo que estoy haciendo, lo anuncio así.
-¡Ah!, ¿y podemos ir a verlo?
-Es que es para mayores...
-¿Y no nos puedes hacer un poquito?
-...y allí mismo que me puse: "¡A ver, niños, poneos en círculo!..."
Inmediatamente salieron corriendo los tres niños a sentarse en un banquito que había allí mismo sorprendiéndome con la composición de un precioso público improvisado que escuchó muy atento la narración de la escena. Yo, a la par que actuaba para ellos, también era su público: me deleitaban con su actuación, que no tenía desperdicio. ¿Dónde está el límite a partir del cual uno se coloca en un escenario o en el otro? Tiene gracia eso de bailar saltándose los límites.
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