Sigo con este catarro que no se me quita ni a tiros. Desaparecí bajo la toalla; una brusca nube de vahos de eucalipto, tras ella me ví: reflejada la niña en la superficie del agua que atesoraba el viejo pozo. Me llamaron o me tenía que ir, no recuerdo bien, pero en un solo instante supe/supo condensarse una mirada eterna.

Esta foto la he sacado del blog de
"Ana y su sombra"
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