
Acudo desde hace años a las tertulias de Agustín García Calvo (los miércoles a las 8.30 en el Ateneo de Madrid). Un día Agustín dijo en una tertulia: "Dejaros hablar por la herida, que la herida sangre"; y al miércoles siguiente le llevé todo el tocho de papeles que llevaba escrito: un texto cinco veces más largo del que actualmente se presenta ahora en escena bajo el título de protAgonizo. Le dije "¡Toma! Esta es mi herida”. A las dos semanas Agustín me dijo: "Tienes que hacer una representación con esto". Yo en un principio, no le di mucha importancia, o no supe dársela. Agustín insistió a la tertulia siguiente, y a la siguiente, y a la siguiente... : “¿Te has pensado lo que te dije?” Yo estaba en paro, y como dependía solo de mí, ya que era un monólogo, y admirando como admiro a Agustín y a su obra, empecé a ensayar sin pretensión real, por probar sin más. Todo fue rodando y rodando hasta llegar aquí, donde sigo asombrándome con todo lo que me voy encontrando en esta travesía. Total, que lo que vengo a decir aquí, es que si no hubiera sido por Agustín, todo esto no habría ocurrido: me animó a "sacarlo a danzar a la escena", como él llama a poner en escena un texto.
Agustín ha dejado una honda huella en mi corazón, un zarpazo en mi entraña. Esto se refleja en protAgonizo, creo. La foto nos la sacaron a Agustín y a mí este miércoles pasado al salir de la tertulia.
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