El sábado fue una función preciosa. Un público muy entregado y dispuesto. Desde el mismo momento en que empezó la función ya se notó que la cosa iba a ir muy bien. Es entonces cuando uno desaparece en un toma y daca, si se deja -que como es un placer tan grande- ¡tanto y que se deja!. Todo es entonces comunicación, una respiración compartida. La acción se transforma en reacción, reacción del uno (el actor) con y contra el otro (el público) y/o al revés. Una sorpresa para ambos: la magia del Teatro que nos arrebata en un sentimiento común, en comunión: riéndonos al llanto y llorándonos de risa. Cuando estas ocasiones se presentan todo cobra un sentido, entiendes lo grande del Teatro, lo arraigado que está en lo más hondo de todos, su función chamánica, catártica, curativa..., comprendes que el Teatro sea alimento y amenaza de nuestras pobres almas.
La lluvia como alimento y amenaza. Pintura de Frida Kahlo.
lunes, 1 de febrero de 2010
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