Los domingos hay funciones infantiles en El Montacargas, por lo que la escenografía de los espectáculos que conviven se montan y desmontan cada semana. Durante todo este tiempo, cada miércoles, he ido por la mañana a montar la escenografía de protAgonizo para que los jueves solo le quedara a Andrés, el técnico, filtrar y redirigir los focos antes de función mientras yo me hacía mis gárgaras de limón, trabalenguas y gorgoritos de rigor, así como barrer y fregar el escenario, parte del ritual. Me sorprendo narrando en pasado algo que no ha pasado, puesto que mañana estaré en el chino de enfrente del Montacargas comprándome los limones para las gárgaras, y es que El Montacargas tiene un fantástico chino en frente que viene requetebien para todas las cosillas que se necesitan incluso fuera de horas o en el último minuto.
Mientras estaba montando esta mañana pensaba en todas esas cosas; veía las marcas de cinta aislante negra pegada en el suelo que puse allá por noviembre, cuando estrenamos, para indicar el lugar donde se colocan los espejos. En las navidades cortamos tres semanas las actuaciones ya que la sala dedica toda su programación en estas fechas a los infantiles. A la vuelta seguían allí, mimetizadas con el suelo, también negro, sin que nadie se hubiera percatado de su presencia y las hubiera arrancado, resistiendo con su frágil pegamento de la china a las caricias tentadoras de la fregona también china, esperando el regreso de sus queridos espejos mientras jugaban a ser alfombra de otros cuentos. El sábado, cuando terminemos la última representación, a la cual los cómicos llamamos 'la penúltima', las marquitas quedarán allí esperando el regreso de sus queridos espejos mientras son seducidas por las caricias de la fregona china y jugando a ser alfombra de otros cuentos.
miércoles, 10 de febrero de 2010
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