Estos días estoy ya dando los últimos coletazos; aquí ando preparando los últimos paquetes que mandaré a convocatorias oficiales.
Estrenamos protAgonizo en El Montacargas con la intención de rodarlo y la ilusión de encontrar, mientras, un teatro dotado de mejores medios técnicos ya que, estaba y está pactado con Juan Gómez Cornejo, uno de los mejores iluminadores teatrales del momento (para mí el mejor y mejor persona todavía) que cuando encontráramos el teatro adecuado haría él el diseño de luces. Paralelamente a las funciones no he dejado durante todos estos meses de desatender el hecho de invitar a los responsables de diferentes teatros: tanto alternativos como institucionales, de Madrid y del resto de la península, responsables de ferias y circuitos, etc. No he conseguido nada. El espectáculo sin embargo ha demostrado sobradamente que despierta el interés del público, el cual sale tocado y emocionado como yo nunca he visto en tantos años que llevo dedicándome a esto del teatro. Su respuesta ha sido abarrotar la sala cada noche, de hecho el espectáculo se corta porque no se puede seguir retrasando más el estreno de la próxima compañía, pero hubiera dado mucho más de sí.
Estoy desanimada, sí. No por protAgonizo, que me ha dado tantas alegrías y que además también tiene su encanto que no haya triunfado en las altas esferas; desanimada, ya digo, por la dificultad que encontrará, casi con toda seguridad, cualquiera a la hora de hacer intentos verdaderos. Yo misma no sé si tendría la fuerza para abordar nuevamente otra de éstas, no solo ya porque desde luego no puedes vivir de ello, que eso es lo de menos, ya te buscarías otras vías, es que acaban con la ilusión, se encuentra uno con lo mismo de siempre, hay que llevar un chubasquero puesto y esto a su vez mata también la ingenuidad del jugador, su placer por jugar, y ese placer por hacer las cosas es lo que conmueve verdaderamente al público, por eso una buena parte de los mejores montajes que salen son los abordados por actores recién salidos de las escuelas, todavía no contaminados por la burocracia profesional. Recuerdo, por ejemplo, El retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte, maravilloso montaje con el que se inauguró el Teatro de la Abadía, todavía no éramos más que unos estudiantes de teatro.
Solo me sale decir "¡Abajo el profesioná!", y que conste que en la categoría 'profesioná' me incluyo.
Con respecto a las convocatorias creo que para lo que mayoritariamente sirven es para mantener los mercados de dvds, cartuchos de tintas de impresoras, papel a destajo, correos..., etc. Un despilfarro inútil para que, en la mayoría de los casos, termine tu proyecto sin ser abierto en una fosa común de ilusiones. ¿Las llevarán a reciclar?
miércoles, 10 de febrero de 2010
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4 comentarios:
Sigo pensando que tu momento y el de Protagonizo están por llegar, al márgen de todo lo que ya te ha dado la obra.
NO TE DESANIMES!!! Ahora es el momento para la calma y la reflexión sin presines.
Chon
La queja que me salía esta mañana, y el desánimo que se mostraba, no se refería a protAgonizo, que no deja de sorprenderme.
Ni siquiera al mundillo del teatro. Es el corazón que se queja aburrido y oprimido por tanta falsedad.
Si el respetable pùblico sale del teatro emocionado ,tocado,será tal vez porque tú, protAgonizante,estás haciendo un acto de valentía y honestidad que en las escuelas oficiales de teatro,laboratorios,y demás lugares en los que se aprende teatro es muy difícil de encontrar,no digamos ya,en los teatros institucionalizados donde a esos actores y actrices se encargaron de castrarlos para el engranaje que todos conocemos.Me temo que si hubieras hecho algo tan sincero y tan de raiz en una escuela oficial,te hubieran dicho seguramente,que eso no es teatro,que estás loca,y que te vayas por ahí a vivir lo que es el teatro y cuando lo tengas claro vuelvas...Tú comprando pan o cebollas,tomates o lechuga,tú en el metro o el bus,tú asistiendo al teatro o corriendo por el parque...Nadie sería capaz de imaginarse a lo que estás entregando todo tu tiempo en cuerpo y alma,tú una cualquiera observando su imagen en el espejo y abriéndote a esa rotura íntima delante de desconocidos que seguramente nos hagas sentir débiles,perdidos,desengañados por la mentira que vivimos,incapaces de dar la espalda a todo y mirarnos en el espejo,de sincerarnos con nosotros mismos,y aceptarnos
para empezar a construir jirón a jirón esa marioneta que manipulada por no sé que coño
se enfrenta al mundo cada día,cada noche.
David.
No se trata de un acto de valentía; Yo no la tengo, ni la tendría para ponerme allí y venga. No. Soy tan espectadora como tú, el público. Un dejarse hablar, un dejar salir algo de lo que hay abajo en uno, que no tiene nada que ver con hacerlo uno. Yo no he hecho nada.
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